lunes, 27 de abril de 2009

DROGOLEGAS

Déjame vivir… esa melodía después de la tormenta me calmaba y a la vez me robaba el aliento de ser consciente de tanto sinsentido, tanto vacío… a la vez el olor característico de por la mañana a narcóticos y whisky me reconfortaba, me hacia sentirme en mi hogar fuera de las miradas cosmopolitas, tantas palabras nocturnas y claros silencios de rumbos perdidos hacían querernos como una comunidad unida de pequeños dioses aburridos, y ahora miro atrás con nostalgia y alegre de haber salido del valle de las rosas muertas con una fuerte intuición de que aun habiendo pasado el tiempo echamos de menos ese calor inhumano que nos proferíamos sin ser nosotros en aquel mundo apartado de la realidad, fuimos títeres de la agonía y del amor; aquel año de líneas discontinuas, de taquicardias y de inmensa felicidad desperdiciada unió la verdad y la mentira follando en el fondo una sucia cuna queriéndose y odiándose hasta dejarme vivir libre… pero a mi manera…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Da gusto leer escritos de verdad como este, no frases recalentadas en manos regidas por mentes vacías. Sigue así ;)